Vos solo contás las vencidas, flaco.
El otro lado de las cosas.
El fichín que jugaste y ganaste.
La media cancha y desde ahí, tu gol.
NUNCA hablás de la bombita
que se prende y se apaga
haciendo parpadeos en el techo.
NUNCA hablás de tus ojos
que estallan
como cristal líquido de 19 pulgadas de LCD.
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